Los colonos de la colonia Popotla este año tomaron una decisión que presentaron como propuesta al gobierno del Distrito Federal, y que estaba planeada realizarse con o sin aprobación de éste: la decisión fue convertir oficialmente el Árbol de la noche triste en el Árbol de la noche de la Victoria.
La ceremonia se llevó acabo el miércoles 30 de junio. Desde las primeras horas del día empezaron a llegar tanto colonos como invitados, artistas, danzantes, grupos diversos y autoridades al lugar. Cámaras de video y fotógrafos también se sumaron al evento, y entre el aullido de los caracoles y el copal que envolvía al árbol como un espiral la ceremonia estaba ya en la mirada de todos.
Los tambores, y el tradicional ritual en plena calle, de los danzantes, daba al momento un carácter emotivo, pues el sentido de la danza volvía de algún modo, y era, por lo menos en ese momento, una especie de toque marcial, un tambor para mover el corazón al ritmo de la guerra. Qué otra cosa es esta poética, sino una poética Mexica, un corazón latiendo para la victoria.
Dieron la bienvenida, y punto seguido, comenzó la literatura. Un cuento de Esther Alvarado para la ocasión, y un poema mío, creado expreso para este día. Después siguieron los bailes, más cuentos, historias nuevas sobre el suceso, y así hasta altas horas de la tarde.
II
Desde 1520, después de la derrota de Hernán Cortés, bajo las manos del primer independentista, Cuauhtlahuac (Águila sobre el agua, y no Cuitláhuac), han querido investir al Ahuhuete que yace sobre la avenida México-Tacuba, en donde simbólicamente, se dice, se libró la mítica batalla, con un vestido de tristeza y luto, visión que corresponde a la de los vencidos, que en esa ocasión, ciertamente, no fuimos nosotros.
Para los que habitamos en esta tierra, los que ocupamos esta geografía, los que no somos los "derrotados" de esa noche, desde este año, 2010, día 30 de junio, día en el que hace 490 años venció el Águila de agua a Cortés, festejamos la Noche del árbol de agua, noche antigua y de fiesta.
Por invitación de Esther Alvarado, que presentó un cuento para la ocasión, escribí un poema para conmemorar, y festejar sobre todo este día y aquí lo comparto con ustedes, y los invito a la fiesta que cada año se realizará a partir de este 2010 y todos los años, por este día de la Victoria.
Adriana Tafoya
Sale del mar el sol
en armaduras de espejo
sobre cuatro patas avanza
para cortar en siete la selva.
Asoma un ojo iracundo
su corazón sediento,
trata de guardar su fuego en ornamentos de piedra
y descortés, se siembra para brotar en cabezas de hombres muertos.
Pero
la noche verde lo espera
con su mano barroca de agua, sílaba al ritmo del sueño bailando,
sien veces sien, raíz de cristal: navaja líquida.
Maraña de aves,
una vez la vimos
cómo su pie fue un árbol, hundido
en la tierra, y los ríos en sus talones
terminaban espuma: aprendimos la danza de sus hojas
guerreros bailando alrededor de la hoguera,
circulando en las venas entrecruzadas del tronco,
bocas y ojos sus hojas, coros del viento, tormenta eléctrica:
trizas el cielo, y caen en gotas los espejos:
Árbol de lluvia
lávanos el día, desprende sol de nuestra frente,
arráncalo con una ola enorme, con una mano,
para comenzar la nueva cara del día.
Al dar vuelta la página
tres pordioseros llaman al árbol
y éste se vuelve follaje de humo
pero el árbol se acomoda el cabello en llamas, lo aplaca con su mar
apaga la falda de fuego, lo sofoca en la profundidad
que espira en la palma de su mano
se vuelve carbón
oscuro diamante que encierra todas las caras del cero
y ondula sus negros brazos.
Horizonte, aletea, apaga tu vela:
ahuehuete pájaro, conviértete
en huevo vacío, abriéndote en medio del desértico Seri, relámpago
en medio de la piedra, ciclón:
agua, vuélvete tú misma, ave azul de infinitas alas, vuela,
quema el mundo en tus manos de río, con tus dedos de agua sostén esta burbuja
que guarda al invierno, y que en lugar de nieve, caigan tus uñas,
y cada una de las escamas en tu atuendo
cante y transforme tu imagen en lluvia.
Esta vez el árbol es ella, la victoria,
nabla del eje, parábola doble que tiene por vértice un beso.
Toda revolución termina en tablas, si alguien vence será conquista.
En este terreno no hubo tablas, no hay revolución,
sólo hubo agua turbia a manera de sangre.
Pero esta vez la fronda de la victoria destroza los trebejos
sólo para ser volución del ojo cuántico de Aquila,
pero qué victoria.
El agua toma sentido si tomas de ella,
gira, azulada esférica avanza la anciana:
el faisán es árbol que camina y vuela hacia dentro,
y desaparece en tu frente. Ella,
Sabina, árbol de la noche alegre,
plisa volutas, hilos de plata, heno:
riso de canas es su plumaje de guerra.
Tuya es la vida, Arbora, árbol de la noche hirviente,
y en esta ocasión, queda clara la historia
noche de triunfo para la verdad
tornado de hojas
para ti, Sabina, líquida águila, árbol
de cuatrocientas mil voces:
vista superior
de la primera explosión del agua
detenida, eternamente
en esta noche
tan violenta y fantástica
como la concreción de una larga batalla.
4 comentarios:
Mis saludos desde Santiago de Chile, un agrado de leer-mirar tu espacio de comunicación y cultura.
Abrazo fraterno,
Leo Lobos
Arbol de la Victoria. Siempre es un gusto el conocer como poco a pcoo somos nosotros, como nos vamos limpiando el rostro de la visión eurocentrista y vamos construyendo la nuestra, sin pedir permiso a los de arriba sino siguiendo libre y sabiamente nuestra conciencia colectiva.
El poema que has escrito, Andrés, mi admirado Andrés, está tan lleno de un espíritu épico fusionado con la lírica.
La importancia del poeta está en encontrarse consigo, con su Ser Humano, con su historia y de ahí construir y enriquecer el espíritu.
Saludos y abrazos...
Alejandro Martínez Lira
Voy a volver
¿Qué afán de negar lo que somos? mexicanos, ¿que buscan con seguir confundiendo al mexicano ignorante de su identidad?, ¿por qué negar la mitad de nuestras raíces? la mitad española (y ya ni eso pues tenemos ascendencias no solo española e indígena, sino también del medio oriente, asiatica y a la par que la española africana. Esa visión idílica de lo indígena prehispánico y además equivocada pues piensan que el pais actual es descendiente de los aztecas, cuando esa civilización después de derrotada sufrió una paulatina extinción hasta el punto de que hoy en día aquellos que se dicen descendientes de ellos en realidad son de ascendencia totonaca, tlaxcalteca, otomí, pero no azteca, o peor aún, son blancos de ojos de color o morenos (morenos muy claros) de tupidas barbas y bigotes propios de un extremeño (Cortés). No somos un país derrotado, somos un país descendiente de guerreros y conquistadores, victoriosos, que destruyeron a la cultura dominante, un enemigo grandioso y culturalmente desarrollado y todo lo que quieran, no se niega, pero sobre sus ruinas se desarrollo durante el Virreinato la esencia de nuestra cultura mezcla de diferentes pueblos indigenas, negros que no solo fueron esclavos, también hubo conquistadores de color, baste indagar sobre la introducción del trigo en estas tierras y quedaran con la boca abierta, una historia oculta la de los primeros ¨mexicanos", que fueron los hijos de las esclavas negras con los españoles conquistadores, dejemos de querer ser lo que no somos y empecemos a reconocer lo que si somos, una nación con riqueza cultural como pocas, vencedores, conquistadores y no irreales hijos de un gran imperio al que en algún momento de la historia moderna adoptamos como padres negando nuestro verdadero origen, convirtiéndonos en traidores de los viejos abuelos indígenas y también de los españoles y negros, en fin, el México y la mexicanidad que solo era posible ser construida sobre las ruinas de la nación indígena derrotada, la nación meshica
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