lunes, 2 de agosto de 2010

Árbol nocturno de la victoria

I

Los colonos de la colonia Popotla
este año tomaron una decisión que presentaron como propuesta al gobierno del Distrito Federal, y que estaba planeada realizarse con o sin aprobación de éste: la decisión fue convertir oficialmente el Árbol de la noche triste en el Árbol de la noche de la Victoria.

La ceremonia se llevó acabo el miércoles 30 de junio. Desde las primeras horas del día empezaron a llegar tanto colonos como invitados, artistas, danzantes, grupos diversos y autoridades al lugar. Cámaras de video y fotógrafos también se sumaron al evento, y entre el aullido de los caracoles y el copal que envolvía al árbol como un espiral la ceremonia estaba ya en la mirada de todos.

Los tambores, y el tradicional ritual en plena calle, de los danzantes, daba al momento un carácter emotivo, pues el sentido de la danza volvía de algún modo, y era, por lo menos en ese momento, una especie de toque marcial, un tambor para mover el corazón al ritmo de la guerra. Qué otra cosa es esta poética, sino una poética Mexica, un corazón latiendo para la victoria.

Dieron la bienvenida, y punto seguido, comenzó la literatura. Un cuento de Esther Alvarado para la ocasión, y un poema mío, creado expreso para este día. Después siguieron los bailes, más cuentos, historias nuevas sobre el suceso, y así hasta altas horas de la tarde.


II


Desde 1520, después de la derrota de Hernán Cortés, bajo las manos del primer independentista, Cuauhtlahuac (Águila sobre el agua, y no Cuitláhuac), han querido investir al Ahuhuete que yace sobre la avenida México-Tacuba, en donde simbólicamente, se dice, se libró la mítica batalla, con un vestido de tristeza y luto, visión que corresponde a la de los vencidos, que en esa ocasión, ciertamente, no fuimos nosotros.

Para los que habitamos en esta tierra, los que ocupamos esta geografía, los que no somos los "derrotados" de esa noche, desde este año, 2010, día 30 de junio, día en el que hace 490 años venció el Águila de agua a Cortés, festejamos la Noche del árbol de agua, noche antigua y de fiesta.

Por invitación de Esther Alvarado, que presentó un cuento para la ocasión, escribí un poema para conmemorar, y festejar sobre todo este día y aquí lo comparto con ustedes, y los invito a la fiesta que cada año se realizará a partir de este 2010 y todos los años, por este día de la Victoria.


Restos del Árbol y plumas como arcoiris de agua.

Mural creado en uno de los muros que rodean al Ahuhuete incinerado.


Yo durante la lectura del Árbol nocturno de la victoria.


Fragmento del mural.

Texto donde se da noticia del Árbol de la Victoria.



Árbol nocturno de la victoria


Rayar un corazón de agua

Adriana Tafoya


Sale del mar el sol

en armaduras de espejo

sobre cuatro patas avanza

para cortar en siete la selva.

Asoma un ojo iracundo

su corazón sediento,

trata de guardar su fuego en ornamentos de piedra

y descortés, se siembra para brotar en cabezas de hombres muertos.

Pero

la noche verde lo espera

con su mano barroca de agua, sílaba al ritmo del sueño bailando,

sien veces sien, raíz de cristal: navaja líquida.

Maraña de aves,

una vez la vimos

cómo su pie fue un árbol, hundido

en la tierra, y los ríos en sus talones

terminaban espuma: aprendimos la danza de sus hojas

guerreros bailando alrededor de la hoguera,

circulando en las venas entrecruzadas del tronco,

bocas y ojos sus hojas, coros del viento, tormenta eléctrica:

trizas el cielo, y caen en gotas los espejos:

Árbol de lluvia

lávanos el día, desprende sol de nuestra frente,

arráncalo con una ola enorme, con una mano,

para comenzar la nueva cara del día.

Al dar vuelta la página

tres pordioseros llaman al árbol

y éste se vuelve follaje de humo

pero el árbol se acomoda el cabello en llamas, lo aplaca con su mar

apaga la falda de fuego, lo sofoca en la profundidad

que espira en la palma de su mano

se vuelve carbón

oscuro diamante que encierra todas las caras del cero

y ondula sus negros brazos.

Horizonte, aletea, apaga tu vela:

ahuehuete pájaro, conviértete

en huevo vacío, abriéndote en medio del desértico Seri, relámpago

en medio de la piedra, ciclón:

agua, vuélvete tú misma, ave azul de infinitas alas, vuela,

quema el mundo en tus manos de río, con tus dedos de agua sostén esta burbuja

que guarda al invierno, y que en lugar de nieve, caigan tus uñas,

y cada una de las escamas en tu atuendo

cante y transforme tu imagen en lluvia.

Esta vez el árbol es ella, la victoria,

nabla del eje, parábola doble que tiene por vértice un beso.

Toda revolución termina en tablas, si alguien vence será conquista.

En este terreno no hubo tablas, no hay revolución,

sólo hubo agua turbia a manera de sangre.

Pero esta vez la fronda de la victoria destroza los trebejos

sólo para ser volución del ojo cuántico de Aquila,

pero qué victoria.

El agua toma sentido si tomas de ella,

gira, azulada esférica avanza la anciana:

el faisán es árbol que camina y vuela hacia dentro,

y desaparece en tu frente. Ella,

Sabina, árbol de la noche alegre,

plisa volutas, hilos de plata, heno:

riso de canas es su plumaje de guerra.

Tuya es la vida, Arbora, árbol de la noche hirviente,

y en esta ocasión, queda clara la historia

noche de triunfo para la verdad

tornado de hojas

para ti, Sabina, líquida águila, árbol

de cuatrocientas mil voces:

vista superior

de la primera explosión del agua

detenida, eternamente

en esta noche

tan violenta y fantástica

como la concreción de una larga batalla.