lunes, 16 de abril de 2007


Vitrina del carnaval de los degüellados

Resina de los cadáveres
las cabezas de los niños
las larvas de los perros
los rojos árboles muertos
el cadáver que parece dormido
tieso relleno de sombra
dentro de la tierra fina
en placentero sueño enterrado
en una enorme pila de ojos
de animales cáscara
de frutas de blanda negrura
de huesos aún con sangre
sucio jugo de las semillas
en la carne el sudor impregnado
el residuo de las sales
en la ventrada garganta una llaga
un párpado con grietas
en las hojuelas del hielo
la retina desprendida
el músculo desgarrado
de un vegetal de amoratadas venas
despellejándose
sobre las cabezas de cerdo
cubiertas con máscaras
para el carnaval de las moscas
Y en el pasillo
los ganchos
colguijos de la muerte
y las amarillas pieles de los pollos
los montones de pescuezos
arriba de las cabezas
esas cabezas con el cuchillo cuadrado
partiéndolas en dos
como a un pan duro
cabezas de ajo
escondidas en las orejas de las lechugas
entre los rábanos y las coliflores
legumbres vistosas
humedecidas con las gotas de un rocío de saliva opaca
Y en el patíbulo, en el aparador de las especias
la crujiente harina envuelta en el caramelo
duras estalactitas de azúcar
y los frascos de polvos oscuros
y dorados como la ocre tierra de las minas
rasposa tierra que limpia el fondo de los mares

Los dulces de ajonjolí, diminutas cabezas
en un adobe embolsado
rejas de cuadros policromos
monederos ocultos en los senos
y en una postal
al fondo, debajo y por dentro
de las porosas costillas
la señora del reboso
con su hijo de ojos sangrantes
en un altar de porcelana

Mostaza en un cono de papel periódico
que gotea sobre el mármol sucio y encharcado de agua oscura
Un costal deshilachado,
en donde guardan la piel dura y frágil
de los chiles anchos,
desparramando
pequeñas
y rojizas carnazas

Los azulejos llenos de cochambre
debajo de las papayas verde amarillas
que descansan sobre la rasposa piel de los melones
Los plátanos ennegrecidos
con manchas continentes
Plátanos rojos
morados plátanos
colgando negros del techo como murciélagos dormidos

Y en su bolsa fúnebre
espinosos ovales verdes
útero relleno de óvulos negros

Estamos en la gaveta de los alimentos

La mano que tiembla
gotea sus dedos sobre
el rugor de una mesa
sostiene el pesado cuchillo
y deja caer la guillotina
La cabeza de un niño partida en dos
las cuencas sin ojos
las mejillas sin piel
las orejas a un lado mojadas en sangre
sobre los pegajosos coágulos un par de moscas
y un papel que dice: cabeza de ternera: 27 pesos.


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